La historia dice que si alguien es decapitado, su cabeza sigue funcionando por unos segundos. Y sin dudas esto es cierto, tal cual vieron muchas veces los franceses al usar la guillotina durante la revolución. En 1905, el doctor Beaurieux probó el mito en un condenado a muerte, y vio que por 5 o 6 segundos el hombre fue capaz de mover los ojos. Incluso lo llamó varias veces por su nombre y él respondió mirándolo directamente.

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